Cuando mi mujer y yo, socializamos en eventos sociales y familiares, me suelo presentar como frutero. Y me gustaría pensar que la definición que mejor se ajusta a lo que hago, es la de frutero.

Soy director de una empresa hortofrutícola y vendemos grandes cantidades de frutas y hortalizas y aunque no tenemos la oportunidad de interaccionar con los consumidores, en esta venta, los consumidores son nuestra prioridad en las decisiones que tomamos.

Esta es una profesión –la de frutero- algo despreciada en España, de la que se hacen múltiples bromas y chanzas. Y he de reconocer, que cuando me presento de esta forma, lo hago con cierta maldad.

En primer lugar, para ver la cara que ponen -especialmente en eventos refinados- y en segundo lugar, para después reivindicar, con la conversación, la dignidad de una profesión que carga con un cierto estigma social.market-575842_1280

La gente suele reaccionar básicamente de dos maneras: una, se produce un breve silencio y huyen educadamente, con cualquier excusa, hacia la zona del cocktail; y dos, me preguntan que dónde tengo la frutería.

Cuando responden con la segunda, ya es demasiado tarde y han caído en mis manos. Digamos que, tienen que sufrir –a veces con gusto- una conversación en torno al mundo de la alimentación y sus curiosidades.

Con el tiempo, aparte de aburrir a mi mujer, he descubierto cuales son aquellos temas que interesan y mantienen la atención de la audiencia. Aunque la alimentación es un tema que le interesa a todo el mundo, hay alimentos que generan más atención. El caviar, el jamón ibérico, los quesos y el resto de delicatesen, despiertan fascinación en los consumidores.

Normalmente, esta fascinación, está centrada en productos naturales que requieren una cierta transformación y por tanto, el proceso de fabricación –la intervención humana- es de vital importancia para el resultado final.

Habitualmente, esta atención no está centrada en las frutas y hortalizas en fresco. No son productos transformados y se supone (incorrectamente) que la intervención humana no es tan trascendente en el resultado final de los sabores y los olores.

Y aquí es dónde reivindico la figura del frutero. Como en todas las profesiones, habrá de todo. Pero he de decir que, en este gremio, he conocido a multitud de profesionales apasionados, hechos a sí mismos, esforzados a más no poder y sin embargo (o quizás precisamente por ello), conocedores del producto que tratan, como nadie.

Las frutas y hortalizas son de una complejidad enorme por orígenes, variedades, calendario, manejos agronómicos, puntos de recolección y un largo etcétera.  La intervención humana en cada pequeña etapa del proceso hasta llegar al consumidor es fundamental. Por ejemplo: una inadecuada temperatura de transporte y conservación en los tomates puede neutralizar su sabor permanentemente (No le eche la culpa a nadie de que los tomates no saben, si los mete usted en el frigorífico de casa durante 2 o 3 días antes de consumirlos)

El frutero profesional es un compendio enciclopédico de todo lo anterior y, recientemente, empieza a ser reconocido.

Algunas cadenas de supermercados europeas están instaurando una nueva figura al cargo de la sección de frutas y hortalizas en fresco: “el Maestro Frutero”. Esta figura es un complemento necesario de la Estrategia de Diferenciación por Hortofrutícolas (de la que hablaba tangencialmente en un artículo anterior).

Por fin se reconoce que la sección de frutas y hortalizas del supermercado no puede llevarla “un reponedor”, sino que ha de llevarla un profesional que comprenda el surtido, la calidad, la perecibilidad y el resto de factores que definen una oferta valiosa y diferenciada de la enseña.

Incluso en España empieza a oírse la cantinela, aunque no completa. Mercadona y alguna otra enseña quiere copiar el modo de venta del canal tradicional, pero he de insistir que la clave del éxito de esta estrategia, sigue siendo «el profesional frutero”.

En Europa, y debido a la falta de cultura sobre los productos hortofrutícolas, alguna cadena de distribución ha puesto en marcha una Academia propia de Fruteros para nutrir a sus tiendas con profesionales de alto nivel.

Desde aquí mi homenaje a los FRUTEROS, lo merecen.

PD: A los buenos profesionales hay que pagarles adecuadamente.