Leo con desazón, en la prensa, las noticias que ponen como modelo de éxito para Almería a los llamados “chiringuitos agrícolas”. De hecho, la noticia en cuestión va de otro tema que sí es preocupante: la volatilidad de los precios agrarios.

La volatilidad de los precios agrícolas es algo preocupante para todos y casi desde siempre. Al menos desde que en el año 1696 (sí, desde el SXVII) el economista y estadístico ingles Gregory King escribió el primer estudio sobre el tema.

Más de 300 años después, ninguna sociedad, en ningún lugar de la tierra, ha conseguido una solución estable y duradera para este problema. En los sitios en los que se ha conseguido, “de manera transitoria”, se ha hecho a expensas de otros (subvenciones masivas, hundiendo los mercados mundiales con primas a la exportación, etc.) El último intento de estabilización de precios agrícolas, con cierta escala, fue la “fallecida antigua PAC de la Unión Europea“ que creó “ríos de leche y montañas de mantequilla” en palabras de sus propios enterradores.

De todo esto he escrito, en este blog, profusamente (ver los enlaces a los artículos siguientes para los que quieran ampliar sobre el tema).

Comparto compungido los devastadores efectos de la volatilidad de los precios en las familias de los productores.

¡Cómo no compartirlo! Como hijo de agricultor, agricultor, y durante 11 años director de una cooperativa, he vivido situaciones personales durísimas.

Durante los años de estudiante no sabía si al siguiente año mis padres podrían pagarme un nuevo curso universitario, durante años he tenido que consolar a gente que perdía su finca o su casa por un mal año, durante años he vivido, como propia, la angustia de los comienzos y los finales de campaña cuando la liquidez hace estragos…

Y sin embargo, ya os aseguro que la solución definitiva no pasa ni por los contratos con precio fijado (siempre los hubo, especialmente para UK), ni por los “chiringuitos agrícolas” (siempre estuvieron ahí). No hay una manera definitiva de acabar con la volatilidad de los precios sin acabar con los excesos de producción. Los dos factores están ligados (precio y cantidad disponible) bajo una ley económica ineludible; la de oferta y demanda.

Por otra parte, no hay posibilidad de que un solo modelo comercial sea válido para todo Almería y por extensión, tampoco para España. Y por eso, hay que respetar todos los modelos de negocio (cooperativas, privados, subastas, etc.) grandes o pequeños (faltaría más).

Lo que sí ayuda en la buena dirección de estabilizar precios y mercados es: la concentración de la oferta, la adscripción de los agricultores a una organización OPFH (las únicas con instrumentos legales para la retirada de producto), la planificación de cultivos antes de sembrar según las previsiones de venta, la adecuación del producto cultivado a las expectativas del consumidor y un largo etc.

Pero aun así, en este mundo globalizado que nos ha tocado vivir, incluso si conseguimos todo lo anterior, la competencia de otras zonas y orígenes de producción pueden desestabilizar el balance de oferta y demanda (clave de la volatilidad de los precios) y nos veremos abocados a gestionarlo y sufrirlo. Y por eso, el campo de batalla principal está en el mercado o mejor dicho, en los consumidores. Si conseguimos que perciban los atributos diferenciales suficientes en nuestras producciones, tendrán preferencia de consumo por nuestros productos (eso sí, dentro de un rango de precios. Otro día hablaré del concepto del “corredor de precios”)

Cualquier objetivo inasumible lleva a la frustración y la melancolía. Dicho esto, sigo viendo el sector con optimismo dentro de las dificultades.

El proceso de concentración de la oferta está dando sus frutos, aunque a veces no lo parezca. ¿Dónde estaríamos si no se hubiera producido? La transformación y mejora de medios productivos en Almería (pero también en Granada y Murcia) es espectacular en dimensión y velocidad de adopción; lo cual, ayudará a ciclos de producción más estables.

En fin, que como tantas veces digo… mi objetivo, del artículo de hoy, era añadir algo de contexto a uno de los problemas más complejos de la historia de la agricultura.

Con respeto a las opiniones de todos, y entendiendo que en una noticia periodística no hay espacio para los detalles concienzudos, he de decir que no hay soluciones sencillas; pero, sí hay una hoja de ruta, conocida y ampliamente aceptada, para la mejora de los efectos de la volatilidad de precios. (Ver, por ejemplo, las recomendaciones del Libro Blanco sobre la OCM Frutas y Hortalizas publicado por la Asamblea de Regiones Europeas Hortofrutícolas)

Me despido con un cariñoso recordatorio a aquellos a los que la volatilidad de los precios se lo quitó todo… con la esperanza de que sepan ver que este artículo va por ellos y no contra ellos.