Los que me conocen personalmente, saben que la religión y la comida son dos temas que me apasionan. Me encanta leer de ambos temas y mi vida profesional está centrada en la alimentación. Y son dos temas que, hasta ahora, los había percibido como temas estancos. Es decir, temas que pertenecen a dos ámbitos de mi vida bien separados. Por un lado, el ámbito estrictamente personal en el que está la religión; y por otro, un ámbito público y de interacción personal muy profusa, en el que está mi ejercicio profesional en el mundo agroalimentario.

Y además, es mucho más fácil encontrar quien te escuche si hablamos de “las cosas de comer” que si, ponemos por caso, se me ocurre mencionar el concepto de “la noche pasiva del espíritu” de San Juan de la Cruz… Ja, ja. Así que este último tema, ya ha ido quedando más en el ámbito privado tras haber sido bautizado como “friki viejuno” en varias ocasiones.jesus

Como decía, son dos temas que percibía como separados, cuando es evidente que las religiones han regulado y compilado la comida dentro de los preceptos de la fe de cada culto.

Son bien conocidas las prohibiciones musulmanas del consumo de la carne de cerdo y la de carne de vaca por los hindúes. Así como también, los rituales Halal y Kosher de sendas religiones musulmana y judía en el sacrificio de los animales para hacerlos aceptables para el consumo de los creyentes. En resumen, todo un catálogo de alimentos prohibidos, permitidos, mezclables o no; e incluso con recomendaciones para el cultivo de verduras como en el caso Kosher. Una regulación completa para “purificar” la ingesta y una suerte de “guía espiritual para el camino de Santidad a través de la comida y bebida”.

Son, también, particularmente interesantes las restricciones temporales que implican diversos grados de sacrificio como: el Ramadán musulmán, la Cuaresma cristiana o el Passover judío. El sacrificio temporal como un recordatorio la privación que otros sufren o han sufrido y para valorar aquello que nos permite seguir viviendo. La comida como elemento central de “la verdad revelada”.

Hace unos meses, leyendo sobre la religión Sikh, empecé a percibir que no sólo los conceptos están íntimamente ligados, sino que, además, están de una tremenda actualidad.

Unas de las instituciones de los sikhs, es La Pangat (la Asamblea de la Langar o la Cocina Gratuita del Gurú). Las reglas de La Pangat requieren que todos se sienten a comer lado a lado en la misma fila y compartan la misma comida sin practicar ningún tipo de discriminación basada en la clase alta o baja, el ser rico o pobre, príncipe o campesino. La Pangat, se transforma así en un rito de igualdad y para poder acoger, también, a personas de distintas religiones ha prescindido de los alimentos restringidos y prohibidos por otros.

En la práctica, en este rito-institución, sólo se sirven alimentos de origen vegetal convirtiéndose en un ejercicio de vegetarianismo colectivo en bien de una aceptación y convivencia pacífica e integradora. Los sikh no tienen prohibido comer carne, pero siendo una religión enclavada en zonas de mayorías hindú y musulmana ha desarrollado este espíritu abierto y universalista.

¿Y qué tiene esto de especial? Pues, por supuesto, la comida compartida en comunidad y, desde mi punto de vista, el sincretismo.

El sincretismo, es un proceso cultural espontáneo que intenta conseguir que varios usos y tradiciones diferentes sean capaces conciliarse a través de su mezcolanza.

En nuestro mundo desarrollado, la religión pierde terreno y es sustituida por una conciencia global universalista que se expresa de diferentes maneras. La salvación de las almas y los cuerpos, tradicional en las religiones, ha sido sustituida por un mensaje de salvación colectivo. Hay que salvar el planetay también los cuerpos (pero ya, en esta vida). Y para hacerlo, hay que normalizar los comportamientos (incluyendo la comida) y “pastorear” a los fieles. Hay que reducir el consumo de carne o ser vegetariano, las hortalizas han de ser ecológicas, de comercio justo, el reciclaje debe ser obligatorio y un largo etc.

Incluso prácticas agrícolas de moda como la Agricultura Biodinámica, utilizan métodos esotéricos como, por ejemplo: enterrar un cuerno de toro o vaca lleno de abono, en un lado del campo de cultivo para fertilizar. Y además, se supone que la forma puntiaguda del cuerno actúa como antena para captar las energías cósmicas y trasmitirlas al campo.

De esta manera sincrética, los movimientos medioambientalistas militantes empiezan a tomar prestados elementos de las religiones tradicionales pero, hete aquí que, también las religiones tradicionales han puesto en marcha sus propios procesos de sincretismo con estas poderosas tendencias sociales. El actual Papa de la Iglesia Católica ya habla del medioambiente en sus comunicados eclesiales, pero me han encantado las dos siguientes fotos que he encontrado en las redes (desconozco sus autores) sobre dos congregaciones: una de la catedral anglicana de St. Paul y la otra de congregación episcopaliana de St. John en Escocia.

eco churches2

La primera, se define como comprometida con la diversidad, la igualdad de oportunidades, usa vino de comercio justo para la comunión e imprime sus comunicaciones con papel producido de manera sostenible. La congregación escocesa, da un paso más y se identifica (con logo de certificación incluido) como una eco-congregación de comercio justo y miembro de una iniciativa “verde” escocesa que también trabaja y reza para la completa inclusión del colectivo LGBT en la iglesia y la sociedad.

Eco Churches

Para terminar en clave de humor, recuerdo haber visto hace tiempo una viñeta en una publicación inglesa que representaba a Jesús en el momento del milagro de la multiplicación de los panes y los peces  (Lc 9.13) mientras, algunos de la multitud que le sigue, le van interpelando durante la distribución de la comida:

  • Maestro, ¿es el pan sin gluten?
  • Maestro, ¿el pescado se ha analizado de mercurio?
  • Maestro, yo no puedo puedo comer pescado soy vegano.

En fin, que espero haberos convencido de que la religión y la comida están inexorablemente unidas en la experiencia humana y que, da una clara idea de cómo de importantes son ambas.

Y bienvenidos a mis obsesiones (ja, ja)… Otro día escribiré sobre las celebraciones animistas de la fertilidad de la tierra en los tiempos primitivos. Creo que os sorprenderá.