¿Cuántas veces habremos escuchado el famoso I+D+i? Investigación, Desarrollo e innovación.

Especialmente en el negocio de los productos de gran consumo, esta es la cantinela más repetida. Esta es la supuesta fórmula de éxito. Sale en cualquier entrevista. Todos la mencionamos de manera casi automática y últimamente, todos somos “súper-innovadores”.

Las administraciones autonómicas, estatales y europeas están destinando crecientes fondos para conseguir que seamos «realmente innovadores”. Se han creado múltiples redes de apoyo y/o centros de investigación y desarrollo públicos. Y no digo yo que estén demás, ni mucho menos. De hecho, pueden ser fundamentales en el futuro del sector agroalimentario en el medio y largo plazo.

Y además,  soy conocedor que tenemos un gran nivel de investigadores y técnicos capaces de investigar y desarrollar procesos y productos novedosos, aunque, a veces, la coordinación entre empresa privada y centro de investigación sea realmente difícil.

Pero para conseguir el producto ganador falta la tercera pata. Falta, en nuestras empresas, el profundo conocimiento del mercado y las capacidades (A veces también los recursos/tamaño) para el lanzamiento de estos productos. En definitiva, falta el marketing.

Para ilustrarlo voy a deshuesar la famosa fórmula del éxito: I+D+i.Ideas1

I = Investigación. Para hacer algo es necesario generar conocimiento y si no lo tienes, “comprarlo”.

D = Desarrollo. Con el conocimiento adquirido/generado es necesario diseñar un proceso (productivo en nuestro caso) para crear “algo”.

i = innovación. Finalmente tenemos “algo” que debe ser suficientemente diferencial y atender una necesidad real del mercado.

Y… ¡Tachán! Ya está. Éxito conseguido…. ¿Seguro?

Pues no. Ahora hay que venderlo: ¿A quién? ¿Cómo? ¿Dónde? ¿A qué precio? ¿Cuándo?

Responder todas estas preguntas (incluso antes, y durante el proceso de innovación) y hacerlo bien, es el correcto ejercicio del marketing (término que algunos confunden con “la publicidad”).

Cuando los agentes de innovación y otros profesionales se acercan a las empresas para dinamizar procesos de innovación, se encuentran habitualmente con las urgencias y los malentendidos sobre lo que significa realmente un proceso de innovación.

He aquí, lo que habitualmente termina pasando; empezando desde el principio.

I = Ignorancia. Conozco lo que conozco y no tenemos ni tiempo ni dinero para poder generar conocimiento.

D = Desesperación. Hay que hacer cualquier cosa, pero hay que hacerla ya. No vamos a estar toda la vida en “desarrollo”.

i = inmolación. Ya tenemos “algo” que es un… Fracaso Seguro o qué esperabas.

Y por último, el Marketing.

  • ¿Cómo dice usted? ¿la publicidad?
  • No señor. El marketing, el marketing, el marketing…

Porque las ideas (incluso las buenas) necesitan de los instrumentos (y recursos) adecuados para venderlas y generar riqueza.