El trabajo es tan intenso últimamente que me está costando seguir escribiendo por aquí. Mis disculpas a los lectores fieles del blog. Me ha sacado de mi “letargo” el artículo que enlazo (Ikea harvests first lettuce from stores). Y es que, como en el caso del artículo del príncipe francés que iba a salvar los tomates, últimamente, me revelan los intrusos de nuestro negocio que han venido a salvarnos.

Dejadme que os lo resuma… IKEA se ha puesto a cultivar la lechuga que va a utilizar en la cantina de los trabajadores y en el restaurante de la tienda, en unos contenedores instalados en el parking.

La propia Directora de Innovación para la Sostenibilidad Global de IKEA, Catarina Englund, lo resume así en una comunicación en LinkedIn:

“Estoy feliz de anunciar que hoy cosechamos la primera lechuga de nuestro test de agricultura circular urbana en las tiendas de Helsingborg y Malmö, Suecia. Junto con Bonbio estamos testando como conseguir ser autosuficientes en cultivar nuestra propia ensalada. Podemos cosechar 15-20 kilos al día en este contenedor. Además estamos usando nuestros propios desechos de comida de la tienda de IKEA para producir una solución nutritiva en la planta de biogás Bonbio/OX2. La intención es establecer un círculo alimentario cerrado. Todos esperamos mucho de este interesante test.”

Me imagino así, la reunión de la Directora Englund con su equipo para decidir esta iniciativa…

La señora Englund entra en la sala de reuniones de las nuevas oficinas centrales en Malmö:

  • Buenos días a todos. Bienvenidos a la reunión mensual de brainstorming para proponer nuevas iniciativas innovadoras para la sostenibilidad de nuestro negocio. Tú empiezas Lars. – Dice la señora Englund señalando a su derecha.
  • Buenos días señora Englund, hemos sido informados de una investigación con un nuevo aglomerante de origen natural que sería de utilidad para nuestras fábricas y que reduciría los químicos utilizados, aunque aumentaría los costes de la materia prima en un 15%. – Lars termina su presentación con una sonrisa esperanzada que se le agria con la reacción de la señora Englund.
  • Pero, es que estás loco o qué. ¡Un aumento de un 15% !Un 15% de bajada de sueldo es lo que te vas a llevar! – responde la señora Englund.
  • A ver, ¿tú qué tienes Marit? – Dice la señora Englund señalando furiosa a la joven de enfrente.
  • Hemos pensado que podríamos utilizar algunas maderas locales de bosques sostenibles nórdicos para sustituir parte de las maderas que importamos de orígenes lejanos y disminuir la huella de carbono de la logística. – Dice la temblorosa Marit mientras baja el tono al final de la frase con ojos huidizos.
  • Pero, ¿qué os pasa chicos? Quiero creatividad. Nada de cambiar formulaciones, nada de complicar la vida a otros departamentos, nada de cambiarles los suministros a los comerciales. ¡Es que queréis que nos echen a todos! Dios mío, ¿es que no habéis aprendido nada en todos estos años?
  • Señora Englund – Dice desde el fondo, un joven nuevo miembro del equipo.
  • ¿Cómo te llamas?
  • Soy Anders, señora Englund.- Dice el nuevo recluta con un brillo en sus ojos.
  • Dime Anders.- dice la señora Englund sin mirarle, mientras posa su cabeza en sus dos manos que, a su vez, se apoyan en la mesa en un acto de desesperación.
  • El otro día leí que se pueden cultivar lechugas en un contenedor. ¿Y si ponemos un contenedor de esos en el parking y decimos que sólo consumimos las lechugas que cultivamos?

Una carcajada estalla en la sala. La gente piensa que este Anders, con esa pinta desgarbada y su acné, es «un sobrado». Se retuercen de risa en sus sillas liberando la tensión previa de la reunión… hasta que la misma señora Englund les corta en un arranque.

  • ¿De qué os reís? Los payasos sois vosotros diciendo tonterías toda la reunión. Por fin alguien dice cosas con sentido. Anders, anótate una. Tú llegarás lejos aquí con nosotros. Desde mañana eres mi asistente personal.- Dice la señora Englund con vehemencia.
  • Pero señora Englund…- protesta el dolido Lars, que hasta ahora era el asistente personal.
  • Las lechugas cultivadas así, no son sostenibles. Utilizaremos una cantidad de energía enorme calentando el contenedor y produciendo luz artificial. Según la propia universidad Sueca, estos sistemas tienen una huella de carbono de entre 10 y 20 veces mayor que un cultivo de lechuga mediterránea enviado por carretera a Suecia. Y esto nada tiene que ver con la sostenibilidad de nuestro negocio. Y, y, y… además, la cantidad producida será tan ridícula que no dará ni para la cantina de trabajadores.- Lars, termina su intervención bajando la cabeza y sabiéndose condenado.

Un gran silencio se apodera del equipo mientras la señora Englund da por terminada la reunión y le va dando palmaditas en la espalda a Anders .

  • Vaya preparando la comunicación para la prensa, señor Anders. Esta se la van «a comer doblada».

En la puerta aún se lee: “Sala reservada por el Grupo de Innovación Global para la Sostenibilidad”. Y Lars va pensando… ni Innovación, ni Global, ni Sostenible. ¡Vaya mierda! En cuanto llegue a mi mesa empiezo a buscar trabajo en otro sitio.

Para terminar, y por si la señora Englund llega a leer este artículo, le diré que obviamente es con “animus iocandi” (de cachondeo, vamos). Y siguiendo con ello, les contaré una anécdota de mi pueblo.

Estaba el castañero de mi pueblo, en su esquina de siempre, asando castañas al comienzo del otoño, un tanto desocupado. No hacía el frío suficiente y la gente pasaba de largo. A todo esto, pasa un conocido suyo y el castañero le saluda amigablemente pensando: mi primer cliente del día. Para su sorpresa, el conocido le pide cien pesetas pues tiene necesidad de comprar un billete de autobús hasta su pueblo. El castañero responde rápido y locuaz:

  • Estimado amigo, ¿ves esta sucursal del banco”. Señalando a su espalda a las oficinas de la caja de ahorros local.
  • Sí, ¿y?… – responde el conocido.
  • Pues que hemos llegado a un acuerdo. Ellos no asan castañas y yo no presto dinero.

Y este es mi consejo a IKEA y a todas estas iniciativas de diferentes distribuidores que están haciendo cultivos en los techos de las tiendas. Dedíquense a lo suyo, que de esto (la agricultura sostenible), no entienden. Así que, hagan como el castañero.

Por si no les ha quedado claro les remito a las sabias palabras de Forrest Gump: “Tonto es el que…” 🙂