A veces como productores agrícolas tendemos a pensar que nosotros somos el inicio de todo el negocio; para lo bueno y para lo malo, el primer eslabón de la cadena de valor. Y sin embargo, ya no es así.

En este mismo blog he propuesto, hace un tiempo, una nueva manera de mirar a la cadena de valor que incluye a todos los actores, que una vez fueron considerados actividades secundarias o de apoyo, a la vez que se resalta el poder de negociación de cada uno de los eslabones.

Es de todos conocido el papel dominante de la gran distribución en la cadena de valor actual; pero no es menos evidente, la emergencia de la empresas de biotecnología como posibles dominadoras futuras de la cadena o cadenas de valor.

2

Como ejemplo, no del futuro sino de la realidad más palpable, en nuestro sector hortícola, las semillas (y por tanto, las empresas de biotecnología que las producen) ya son definitorias del negocio en muchas líneas de producto.

Ya no se plantan “tomates en general”, sino que se llega a plantar una u otra variedad por solicitud expresa del cliente (la distribución). Y ya no son variedades poblacionales al alcance de cualquier agricultor, son sofisticados híbridos desarrollados por grandes multinacionales o empresas medianas altamente especializadas.

Evidentemente para nosotros (los productores) y siguiendo la terminología de Porter de las 5 fuerzas competitivas, las casas de semillas son proveedores con gran poder de negociación si tienen un material vegetal ganador. Lo cual, está teniendo un efecto claro en la elevación de los costes unitarios atribuibles a este input (en Román Paladino: los precios de las semillas suben).

Y los precios suben, porque el poder está ahí para ejercerlo cuando lo detentas. Pero este poder, ya empieza  a ser percibido como una amenaza por el regente actual de la cadena de valor (la distribución). Una empresa de biotecnología, al detentar el control del producto puede limitar el acceso a él (de hecho, esto ya está ocurriendo) por pura estrategia comercial de distribución selectiva o “descremación”.

El otrora todopoderoso distribuidor no puede creer que una empresa, que no conoce y ni sabía de su existencia, le haya dejado fuera del suministro de un producto que su competidor en el mercado está rentabilizando ampliamente.lab

El mundo ha cambiado y algunos todavía no se han dado cuenta; pero siendo grave que no se entienda el nuevo balance de poder dentro de la cadena de valor, aún lo es más, que no se perciba que las empresas biotecnológicas son agentes disruptivos de cambio (game changers).

Hace poco volvía a las redacciones de diferentes medios la noticia (aparece cada cierto tiempo desde el 2005) de la inminente comercialización de carne cultivada en laboratorio. Y al final terminará pasando (no sé cuándo) y las implicaciones serán dramáticas para muchos. Imaginemos las actividades afectadas: pastos de cultivo, ganaderos, alimentación animal, veterinarios, desinfectantes, mataderos, plantas de despiece y proceso y un largo etcétera.

Imaginemos ahora, que el proceso sea patentable (no hay que imaginar; efectivamente, lo es). La empresa biotecnológica puede proteger su invento y si tiene alguna ventaja competitiva respecto de la carne producida con el sistema tradicional, “tendrá la sartén por el mango”.

En los últimos meses se están produciendo ventas y consolidaciones de grandes multinacionales biotecnológicas que no hacen sino alimentar la percepción de la decisiva importancia que estas empresas tendrán en el futuro.

¿Otro cambio de paradigma? Posiblemente, sí.