En una entrada anterior de este mismo blog, ya abordaba el tema de la deslocalización de la agricultura relacionándola con la aparición de un nuevo tipo de empresa agrícola (Agrofactorías Globalizadas).

¿Pero qué tiene que ver el desastre humanitario de los inmigrantes ahogados en el mediterráneo con la hortofruticultura europea?world

En principio parece que nada. Las medidas anunciadas que se proponen para evitar el flujo de inmigrantes, tienen que ver con la represión de las mafias de tráfico de personas, la destrucción de los medios de transporte, el refuerzo de los controles y la asistencia en el mar.

Sin embargo, hay un capítulo de acciones que no aparecen en estos días en la prensa y que vienen funcionando con desigual fortuna en los últimos años. La ayuda al desarrollo se quiere constituir, desde la UE, como herramienta principal para fijar a las poblaciones africanas en su entorno y evitar la emigración hacia Europa.

Un numeroso grupo de instituciones europeas y mundiales (incluyendo al Banco Mundial) están financiando multitud de proyectos de desarrollo en África. Los proyectos escogidos para su financiación son mayoritariamente agrícolas y específicamente de hortofrutícolas para la exportación.

El razonamiento de la elección de esta actividad como herramienta de desarrollo de estas sociedades es, impecable. Una actividad que puede traer divisas, que emplea intensivamente a mucha mano de obra, que fija a la población en el entorno rural, que necesita de poca tecnología (o eso se piensa), que necesita de poca inversión (o eso se piensa) y por tanto, los plazos de recuperación de la inversión son cortos.

De esta manera, los agricultores hortofrutícolas europeos se ven afectados directamente por estas políticas, que abren el mercado a países terceros, aumentan los volúmenes y la presión competitiva.

En cambio, los beneficiarios directos de estas ayudas son estas Agrofactorías globalizadas y también multinacionales (ambas de capital eminentemente europeo y norteamericano).

¿Y cómo es posible que los beneficiarios directos sean estas empresas? Volvamos a la lógica de las cosas…Si vas a producir algo necesitas el know-how para hacerlo y sobre todo, el acceso al mercado (logística, ventas, contratos, etc.). Por lo tanto, los proyectos y la financiación de estos proyectos, se entregan a estas empresas (porque las comunidades rurales locales y los agricultores no pueden gestionarlos) que cuentan, de esta forma, con una ventaja competitiva extra respecto del resto del sector.

Evidentemente, el beneficiario secundario (aunque debiera ser el primario) son los empleados de estas explotaciones agrícolas y las comunidades locales que se dinamizan con estas inversiones. Y este es, evidentemente, el laudatorio objetivo final.

Pero, claro, como se ve, no todo es perfecto en este modelo de desarrollo. Hay unos perdedores claros: los agricultores europeos. Hay unos ganadores claros también: las Agrofactorías y las multinacionales. Y finalmente está la población local, que a veces gana y a veces, no.

El momento de la verdad de estas inversiones y ayudas es, realmente, cuando se acaban. Cuando los incentivos externos desaparecen, normalmente, la empresa gestora del proyecto se retira y busca otra oportunidad parecida en otro país (con ayudas públicas o sin ellas).

Y de acuerdo a las experiencias que ya se van conociendo, los casos de éxito (aunque escasos) tienen que ver con si ha dado tiempo suficiente a que el know-how se asiente entre los agricultores (y técnicos) locales y a si hay un empresariado local que pueda dar continuidad a los proyectos con el necesario acceso al mercado.

A los agricultores hortofrutícolas europeos nos ha tocado perder pero deseamos que sea por el bien de la humanidad y la justicia, y no un mero juego político para beneficiar a los de siempre.

Eso sí, vamos a seguir peleando por nuestro hueco en el mercado con más calidad, más sostenibilidad, más know-how, más tecnología, más innovación y más…y lo dejo aquí que me vengo ¡demasiado arriba!