Hace muy poco visioné la charla de TED TALK de Niklas Modig (Stockholm School of Economics) que ofrecieron en la localidad de Umeå (Suecia) y que trata genéricamente sobre un concepto denominado como “la Paradoja de la Eficiencia”.

Tras visionar el video completo (casi 20 min.) me imbuí en un sentimiento de redescubrimiento. Alguien había conseguido explicar algo complejo (que afrontamos todos los que nos dedicamos a la gestión) de una manera sencilla.

Especialmente, a los ingenieros nos han instruido, en nuestra carrera, para detectar las ineficiencias, los cuellos de botella y gestionar procesos. Sin embargo, hemos descubierto en la práctica que cuantos más procesos afinas (de manera individual) hasta la máxima eficiencia, más ineficiente se vuelve el sistema. Esta es la Paradoja de la Eficiencia.

Incluso si consigues que una fábrica funcione de una manera extremadamente eficiente (con todos sus procesos), cuanto más lo es, no es sino una ”isla de eficiencia” cuando hemos de conectarla con los pedidos de los clientes, los aprovisionamientos de los proveedores y las funciones de apoyo.islas de eficiencia

Si tomamos nuestro sector en su conjunto (toda la cadena de valor) la teoría de la paradoja de eficiencia (y las islas de eficiencia) es particularmente evidente.

La producción agrícola se ha centrado en producir los máximos kilos posibles (¿eficiencia?) de un producto concreto sin considerar si los calibres, el sabor, la vida útil, el ciclo de plantación y etc.  son los adecuados para el servicio al cliente y las expectativas de los consumidores.

El envasado, por su parte, tan solo quiere tiradas largas de producción de productos altamente estandarizados (¿eficiencia?), sin reparar en que los consumidores quieren productos altamente personalizados y los clientes solicitan servicio de entregas “just in time”.

Los supermercados solicitan cantidades fijas de productos para llenar milimétricamente las estanterías de los productos que maximizan el margen de la sección de frutas y hortalizas (¿eficiencia?), sin tomar en consideración que los volúmenes de la producción fluctúan de manera natural.

Y el consumidor, que ha perdido la cultura de los frescos, se aprovisiona de frutas y hortalizas como si fueran arroz. Llenando despensa y frigorífico una vez a la semana (¿eficiencia?) va generando, por tanto, desperdicio alimentario mientras se enfadan por que los productos no tienen frescura (quieren decir: vida útil).

En conclusión, cada función de la cadena de valor está funcionando como una isla de eficiencia pero con un concepto de eficiencia propio de cada eslabón que tiene poco que ver con los demás.

Llevo toda mi carrera profesional  apostando por producir el producto que tiene el sabor y el calibre en cantidad y calidad dentro de la estación de cultivo para que adecuemos oferta (y expectativas) con demanda (y aspiraciones) y se pueda vender adecuadamente.

Al mismo tiempo que insisto en la alta personalización de producto manejado en tiradas cortas de producción (efectivas, que no eficientes) para dar servicio al cliente. Y explicando a la clientela que lo que de verdad vinculará al consumidor y les permitirá maximizar ventas y márgenes es tener productos atractivos, diferenciales y de buen sabor aunque tengamos que lidiar con fluctuaciones y volatilidades de cantidades y precios.

No dejen de visionar la charla de TED TALK. Hay que construir puentes entre las ”Islas de Eficiencia” o nunca tendremos éxito.