Año 2050

Ya han pasado 32 años desde que el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) decidiera que los organismos modificados genéticamente con las nuevas técnicas de edición genómica, como el sistema CRISPR-Cas9, debían ser regulados como si fueran transgénicos a la luz de la normativa europea que consagraba el principio de prudencia como prioridad para salvaguardar la salud humana y el medioambiente.

Desde entonces, muchas cosas han cambiado. Europa se ha convertido en una isla alimentaria, pero en el resto del mundo…

En los albores del año 2025, se completaron los análisis de ADN de las especies vegetales que sustentan la alimentación humana proporcionando a los investigadores un mapa preciso para poder cambiar a voluntad sus características mediante las nuevas técnicas de edición genética.

El imparable aumento de la población mundial y un par de malas cosechas de cereales por el cambiante clima ya habían causado dos crisis alimentarias graves en el año 2021 y 2023 que provocaron graves tensiones civiles y un conato revolucionario en el África subsahariana.

A raíz de estos hechos, las conocidas como las “4 Grandes” (Corporaciones Multinacionales de Biotecnología de ámbito global), apoyadas por los gobiernos y las principales instituciones mundiales, se lanzaron a una espiral de investigación e inversiones nunca vistas en la historia de la humanidad.

Los esperanzadores resultados empezaron a llegar muy pronto. Primero con cuentagotas, desde los finales de 2025, para ser abrumadores al finales del 2030.

El mercado de futuros de Chicago (ahora Mercado de Commodities Agrícolas Mundial WMERC) acaba de publicar su informe (Precios y Opciones de Inversión de Agosto de 2050) en el cual estima que las capacidades de producción cerealística del planeta se han multiplicado por 100 (Aclaración: No el 100%, no. Eso sólo sería por 2) desde el año 2035.

La productividad de los cereales se ha multiplicado por 30 tras la puesta en marcha de los anhelados cereales híbridos, los tallos cortos y las espigas densas; pero además, muchas tierras han podido convertirse en suelo agrícola tras la introducción de los cereales resistentes a la sequía y resistentes a plagas y enfermedades.

Debido al desarrollo de estas nuevas variedades resistentes a plagas y enfermedades, el uso de pesticidas y productos químicos de protección de cultivo han caído drásticamente en todo el planeta; mientras, otra área de investigación está atrayendo nuevas rondas de financiación espectaculares en los mercados financieros mundiales: “el suelo-bioma regulado”.

Los primeros ensayos del “suelo-bioma regulado” (fruto de la edición genética microbiana) han sido tremendamente promisorios. Uno de los grupos de investigadores del Open Agriculture Iniciative del MIT (financiados entre otros por Google) ha conseguido en uno de sus Food Computers un ciclo de cultivo completo sin aporte de fertilizantes. El descubrimiento de un sistema viable de integración microbiano, sostenible en el tiempo, para inoculación en suelos ha permitido poner a trabajar bacterias fijadoras de nitrógeno atmosférico, hongos microbianos beneficiosos que excretan micronutrientes y otros microagentes que crean condiciones de preservación e intercambio de agua y nutrientes para su completa disponibilidad y absorción por las raíces de los cultivos.

Las crisis alimentarias parecen cosa del pasado. El abaratamiento de los cultivos básicos de la alimentación humana ha permitido la incorporación a la clase media de grandes capas de la población a escala global; y principalmente, en Asia y África.

Este hecho, está permitiendo ver un rápido efecto en el control de la natalidad. Las nuevas clases medias emergentes, tal y como ya había ocurrido en occidente en el pasado, se decantan por tener 2 o 3 hijos máximo para poder darles un mejor futuro y educación. Las nuevas predicciones de la ONU parecen confirmar la teoría del famoso estadístico Sueco Hans Rosling (fallecido en 2017) de que la población mundial se estabilizaría en los 11.000 millones de habitantes para el año 2100.

La Unión Europea, actualmente, es una isla comercial y alimentaria. Todos los nuevos cultivos procedentes de la edición genética están prohibidos. En reciprocidad comercial, muchas naciones exportadoras de commodities agrícolas han prohibido cualquier tipo de comercio con la UE; incluso de productos manufacturados e industriales.

Los precios de los alimentos en la UE son los más altos del planeta y han reducido su diversidad debido a que la absoluta mayoría del cultivos en el mundo ya han sido editados genéticamente. Hay suministros reducidos de soja, maíz, frutas varias y muchos vegetales. La cabaña ganadera, altamente dependiente de los piensos y cereales forrajeros foráneos, se ha reducido en un 60%. La cesta de la compra alimentaria del consumidor europeo ha subido desde el 8% al 35% de la renta familiar disponible.

Debido a los altos precios alimentarios, se provocó un grave empobrecimiento de clases medias y bajas que impulsó a abandonar la UE a los países del sur y este de Europa entre los años 2030 y 2035. En este momento, la UE está integrada por Alemania, Francia, Holanda, Bélgica, Luxemburgo, Dinamarca y Suecia.

Se ha desarrollado un lucrativo negocio de contrabando (llamado eufemísticamente “Tráfico de Salud”) de alimentos editados genéticamente con propiedades: bio-fortificantes o medicinales (aportan precursores nutricionales y medicinales), hipo-alergénicos (nueces que no causan alergias), cereales sin gluten y un largo etcétera.

En las conversaciones previas para próxima ronda de negociación del comercio mundial del WTO (Organización Mundial del Comercio), previstas para finales del 2051, ha trascendido que la UE está dispuesta a permitir la entrada de los productos editados genéticamente (con su claro etiquetado hasta consumidor final) pero seguirá prohibiendo los organismos genéticamente modificados (OGMs).

Fin.