Somos bastantes profesionales del sector de las frutas y hortalizas en fresco, los que venimos abogando por una orientación hacia el sabor. Es decir, que entendemos, que nuestro negocio tiene una oportunidad estratégica dirigiéndonos hacia la conquista del consumidor por la vía del placer. Entiéndase placer como el placer de comer, degustar, saborear, oler….

En este mismo blog, explicaba el concepto de Mapa de Posicionamiento y su uso para desentrañar los intereses y el comportamiento del consumidor. En uno de los ejes del mapa de posicionamiento propuesto (hay muchos más), aparece el factor del placer que aplicado a nuestros productos hace referencia a la experiencia sensorial (organoléptica) de comer.mapa posicionamiento 1

Pero en este mapa, este placer (sabor) está enfrentado a la salud (nutrición y propiedades saludables). Aunque no sea verdad (pues las frutas y verduras son intrínsecamente sanas), es “una verdad» que anida en nuestra mente y esto es lo que refleja el mapa. Tendemos a pensar que todo aquello que nos proporciona el placer de comer, no puede ser sano. O como dice un amigo mío: “Todo lo que me gusta engorda, emborracha o es caro”.

Yo añadiría, que tomar algo por “salud”, es algo aburrido y poco emocionante.

Los mapas de posicionamiento nos muestran una “foto” del pensamiento colectivo sobre los productos que compramos. Pero es una foto fija que está en permanente evolución (los gustos cambian).

Los cambios en la percepción de los consumidores se dan, y siempre hay algunos aventajados que los perciben, lanzan productos adaptados a estos cambios y más tarde, alguien nos pinta el mapa de posicionamiento de otra forma para que el resto de profesionales sepamos que el mundo ha cambiado.

Pues bien, parece que el mundo ya había cambiado en el año 2000, cuando Reuter Business Insight nos presentó un mapa para la alimentación con sólo 3 factores (Salud, Conveniencia, y Placer) en el cuál había oportunidad de ligar el factor de Placer y el de Salud.

¿Pero no habíamos quedado que eran incompatibles? – Ya sabes:” Todo lo que me gusta….”·

Eso parecía, pero empezaron aparecer en los mercados los alimentos “Guilt-Free Indulgence” (que podríamos traducirlo como: “productos capricho sin culpa”). Es decir, productos que son “bajos en” o “sin” y que mantienen un sabor y una textura similar al original (sabor y salud a la vez).

Y me temo, que esta percepción del consumidor de que sabor y salud van juntos, va a ser mayoritaria (al menos, en el mapa de posicionamiento adaptado para las frutas y hortalizas en fresco) en pocos años si se empiezan a conocer y divulgar los estudios científicos que ligan ambos factores.

El periódico World Street Journal  publicaba recientemente un artículo titulado “Cómo el sabor conduce a la nutrición” en el que anunciaba la publicación un libro (Autor: Mark SCHATZKER. “The Dorito Effect: The Surprising New Truth about Food and Flavor”) que nos ayudaría a ver la relación directa (cuánto mejor sepan, más nutritivos y saludables son) entre el sabor y la nutrición en los alimentos.

Desafortunadamente el libro aún no me ha llegado (aunque lo tengo pedido), pero sí he curioseado sobre uno los experimentos científicos (Plant Volatile Compounds: Sensory Cues for Health and Nutritional Value? Stephen Goff and Harry Klee) que menciona el artículo y que además, es sobre tomates.

Los resultados del estudio son impactantes: “los componentes del sabor en tomates proporcionan información sobre sus componentes nutricionales”. En otras palabras, “lo mismo que hace delicioso a un tomate, es lo que lo hace saludable y nutritivo”.

Sabor, Nutrición y pronto (en cuanto todo este conocimiento sea de dominio general), un Nuevo Mapa de Posicionamiento.

En cuanto a mi amigo, no sé cuánto costará cambiarle la frase…