Hubo un tiempo en España, en que las familias entendían que los hijos estudiantes debían, también, dignificarse con el trabajo. Y de esta manera, yo y mis amigos universitarios (con padres agricultores) temíamos los veranos. Eso sí, volvíamos bronceados a clase en septiembre pero con un tono “poco marino”.

Ya en tercero de carrera (Agrónomos) decidí pasar al ataque y matar “dos pájaros de un tiro”. Había que trabajar (esto había quedado claro) y ganarse algún dinerillo (al menos para los gastos) y yo quería conocer mundo. Así que, busqué trabajo en Europa en los almacenes de frutas y hortalizas para el verano.

Todo cuadraba. Evitaba las duras tareas preparatorias de cultivo en el invernadero, ganaba algún dinero, practicaba algún idioma y con suerte algo aprendería del negocio.

Mi primer trabajo fue en una empresa holandesa importadora de frutas y hortalizas. Un día trabajando (de peón) en la línea de reempaquetado de la empresa nos encomendaron un trabajo “muy especial” que parecía absolutamente ridículo e inútil. Teníamos que trasvasar pimientos de una caja a otra.

La línea de reempaquetado se utilizaba para limpiar y re-confeccionar los productos con problemas de calidad que llegaban de distintas partes del mundo; pero en este caso, los pimientos estaban en perfectas condiciones.

La empresa había decido re-empaquetar pimientos de Israel para hacerlos pasar como producción local holandesa y de esta forma poder venderlos a la comunidad turca sin que hubiera “susceptibilidades políticas”.

Ante las barreras políticas de todo tipo los agentes del sector siempre encuentran modos vender sus productos.

smuggleNo es la primera vez que los productos israelitas acaban re-empaquetándose en las empresas distribuidoras de Holanda para venderse como producto holandés en el resto de Europa.
Y antes de la entrada de España en la CEE, los productos españoles pasaban alegremente por la frontera francesa si tenías el contacto adecuado con los inspectores de aduanas, SOIVRE y Sanidad Vegetal. Tal y como ahora, los productos con cupo procedentes de Marruecos acaban en Perpiñán o España trasvasados a cajas de origen Europeo.

No pretendo decir que esto sea la norma, pero ocurre y es más habitual de lo que pensamos (Ahí están algunas denuncias y sentencias en firme para atestiguarlo).

Y es que, casi se me escapa una risotada cuando un representante público me preguntó, el otro día, por el sorprendente y desmesurado crecimiento de las exportaciones del sector a Bielorusia y Lituania.

Pues sí, hay contrabando de frutas y hortalizas con destino Rusia. Y el bloqueo de las importaciones por parte del gobierno ruso no es del todo efectivo.

Al fin y al cabo, sólo es un tráfico ilegal de productos sanos (Así lo ven algunos). En este caso, aplica mejor que nunca el conocido refrán castellano: es muy difícil «ponerle puertas al campo».

Recordemos también que en las sucesivas negociaciones sobre el comercio mundial se las están intentando quitar del todo (las puertas).