Realmente no recuerdo cuando empezó todo, aunque las cosas nunca suceden de repente.

La Unión Europea empezó a desregular la normalización obligatoria de las frutas y hortalizas (haciendo legal vender frutas y hortalizas sin categorías).

Llegó la crisis y fuimos conscientes del despilfarro que había nuestro alrededor. Los bancos de alimentos nos rogaban que les proporcionáramos todo el producto que pudiéramos que no fuera “estrictamente comercial”. (Y así lo hicimos).

Y en estas llegó Intermarche e hizo un negocio de vender “frutas y hortalizas feas”. Su campaña fue un éxito total (ver vídeo aquí). Conquistó las mentes y los corazones de los consumidores (y también los bolsillos).

Y claro, todos los biempensantes, los bienintencionados y hasta los bienaventurados se lanzaron a aplaudir, copiar, replicar y promover la nueva iniciativa que iba a salvar nuestras almas, el planeta y llenaría los bolsillos de agricultores y consumidores.

Según el famoso aforismo: “…de buenas intenciones está el infierno lleno”.

Los problemas complejos no suelen tener soluciones sencillas. Estoy convencido que las instituciones y empresas que están propiciando “la venta de frutas y hortalizas feas” lo hacen con la mejor de las intenciones, pero la realidad es: que van a perjudicar gravemente a los productores (agricultores) a los que quieren salvar.

Las sucesivas campañas internacionales (de algunos distribuidores, instituciones y empresas) insisten en sus argumentos. La venta de frutas y hortalizas feas es, según ellos, beneficioso para:

  • El medioambiente. Se aprovecha más parte de la cosecha y por tanto, los escasos y preciosos recursos del planeta empleados en su producción (agua, fertilizantes y etc.) son empleados más eficientemente.
  • Los consumidores. Que pueden comprar estos productos más baratos que “los normales” y por lo tanto, ahorran dinero. Aparte de consumir conscientes de hacer “el bien”.
  • Los agricultores. Que podrán vender “toda la cosecha” y así con seguir mejores ingresos para sus explotaciones y por tanto, ganar más.

Desde el punto de vista marketiniano (denostado, ya lo sé), el aspecto es una promesa de calidad que no debemos defraudar.

¿Alguien se imagina haciendo crecer las ventas con, por ejemplo, coches feos o móviles feos?

Pero aún más; todo este movimiento introduce unos incentivos perversos que dificulta la posibilidad de mejora y progreso de la eficiencia de los sistemas productores.

La belleza en las frutas y hortalizas no es sólo una aspiración estética sino ética pues genera un proceso de mejora continua. Las primeras frutas y hortalizas consumidas en la antigüedad eran realmente feas, pobres en tamaño y calidad y difícilmente comestibles.

Sólo la intervención humana (con un sentido estético innato) ha generado un proceso de mejora que nos ha llevado a disfrutar, hoy en día, de maravillas vegetales inimaginables en la antigüedad.

Si queremos servir a los consumidores con algo más que Precio, Precio y Precio, no debemos interrumpir (o dificultar) el proceso de mejora continua de las frutas y hortalizas en fresco.

Pero para explicarlo empecemos por el último de los argumentos esgrimidos: “Todo esto beneficia a los agricultores”. Si alguien tiene paciencia y tiempo, ver aquí mismo el enlace de una Presentación Slideshare en el que hago unos números sencillísimos que muestran que:

Una introducción generalizada de “un nuevo segmento de frutas y hortalizas feas” es un auténtico desastre para los agricultores en general; y especialmente, para aquellos que esta medida deja fuera del mercado.”

  • Expulsaríamos del negocio a los agricultores correspondientes al 15% de la producción.
  • El Mercado Total (medido en dinero) se vería reducido en un 4,5%.
  • Los Ingresos de los agricultores se verían reducidos en un 18%.
  • Los Resultados de los agricultores se verían reducidos en un 17,60%

Lo que ya conocemos de la introducción en el Reino Unido, desde hace unos años, de una línea a la que ellos llaman Wonky Fruit & Vegetables, en algunos grandes distribuidores, ha generado los incentivos perversos esperados. Productos con algún defecto puntual que ya se aceptaban en las primeras categorías se han obligado a venderlo, ahora, en categoría wonky a precios de derribo. Y como aún no había suficiente volumen de productos con defectos, para mantener la continuidad de esta línea, producto perfectamente bueno ha acabado aquí también.

Pero además los precios de las diferentes categorías de productos no son independientes en el mercado. El precio de una segunda o tercera categoría abundante produce un fenómeno de arrastre del precio de la primera. Se destruye la referencia de precio y se bajan las medias empobreciendo el resultado final. Y tampoco nos queda el consuelo del aumento del consumo. Desde la introducción los wonky en el Reino Unido, no han subido significativamente los consumos de frutas y hortalizas.

Si queda claro que los agricultores salen gravemente dañados de esta iniciativa, qué creen que pasará con el medioambiente.

Si los cuidadores del sistema productivo (los agricultores) no ganan suficiente, las inversiones que permiten producir más con menos recursos (sistemas de riego eficientes, coberturas para protección de cultivos, variedades mejoradas, nuevas técnicas y tecnologías), nunca se acometerán.

Si reducimos sus ingresos y resultados tendrán aún menos dinero disponible para seguir invirtiendo en mejoras de sostenibilidad medioambiental para el planeta.

Propongo, que si de verdad hay que vender frutas y hortalizas feas porque es «bueno», se haga pagando un 10% más a los agricultores, y no, con una reducción de precio del 30 al 50% (como hacen ahora). A ver si, así, conseguimos una iniciativa de concienciación social para ayudar y no para hundir los precios de referencia del mercado.