La dinámica de la producción sigue siendo dura. Precios bajos, márgenes ajustadísimos, incertidumbre política, regulatoria, atomización, bajo poder de negociación, etc. Y sin embargo, aquí seguimos, compitiendo descarnadamente entre nosotros.

“Agricultores de un mismo minúsculo pueblo de España (por ponerlo en perspectiva) produciendo sus productos para dos o tres diferentes empresas hortofrutícolas para ir al mismo mercado.”

Pero el mundo está cambiando y nos obligará a cambiar.

Hay una creciente comprensión de que se puede obtener un mayor éxito comercial con la participación de una cadena de suministro alineada estratégicamente.

Innovar como una cadena no sólo consigue productos y servicios orientados al mercado sino que también consigue simplificar las operaciones interna y externamente para conseguir mayores niveles de eficiencia. Este modelo también crea ventajas competitivas que son muy difíciles de copiar por los competidores.

No es algo nuevo. En sectores globalizados, como el automovilístico ya ha sucedido. Y en el nuestro ocurre ante nuestros ojos y no lo percibimos. El viejo modelo de empresas independientes compitiendo entre ellas está siendo lentamente sustituido por otro modelo de competencia entre cadenas de suministro que luchan por la dominación del mercado.

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Sin embargo, las empresas agrícolas operan con muy diferentes estructuras de coste, sin seguir muchos estándares productivos comunes, con acciones descoordinadas con los suministradores clave y sin compartir experiencias.

Las capacidades necesarias para innovar en línea con las demandas del mercado requieren habilidades, recursos humanos, financieros y marketing que no están tradicionalmente asociados con las empresas agrícolas.

Todo lo anterior ha creado mayores costes, ineficiencias y la incapacidad de afrontar la complejidad e incertidumbre que trae la competencia, los retos medioambientales y la continua evolución de las necesidades de los consumidores.

El nuevo modelo de competencia entre cadenas de suministro globales implica que deberemos elegir pertenecer (integrarnos) a una de estas cadenas de suministro lideradas por una gran cadena global de distribución moderna (al igual que lo hicieron los productores de componentes automovilísticos con las grandes marcas de coches).

En el futuro colaboraremos con otras empresas de nuestro entorno cercano (y muchas más lejanas), compartiremos información y desarrollaremos productos conjuntamente para servir los intereses de todos los integrantes de la cadena de suministro, pero absolutamente coordinados con la estrategia del supermercado. La elección no será fácil. Habremos de elegir aquella cadena de suministro que nos dé crecimiento, innovación y se preocupe genuinamente de nuestra supervivencia para seguir integrando su base de productores.

Nos guste o no, este es el futuro que viene. Colaboraremos entre nosotros (y con los proveedores clave, como las empresas de biotecnología) o nos harán colaborar. Yo por mi parte, he decidido jugar un papel en este nuevo mundo con la esperanza de que consigamos generar un negocio sano basado en la abierta y sincera colaboración.

*Este artículo fue publicado originalmente en la Revista Mercados para su edición especial de Fruitlogistica.