En nuestro sector hay una avalancha de peticiones de información sobre Responsabilidad Social Corporativa (RSC).  La gran distribución y el resto de empresas del negocio hortofrutícola, solicitan encarecidamente que los suministradores/productores de frutas y hortalizas en fresco nos registremos y cumplamos con algunos de los numerosos estándares de RSC.

Así como antes (no hace mucho), el interés de los compradores se centraba en certificar la Buenas Prácticas Agrícolas (Ej: Global Gap) o manufactureras (Ej: BRC), en este momento, se dan por debidamente certificadas. Por tanto, estos requisitos se han convertido en factores higiénicos.

Pero, ¿qué ha cambiado para que la RSC sea el nuevo caballo de batalla de los equipos técnicos de los supermercados europeos?

Lo que ha cambiado es la percepción del riesgo y sus consecuencias para la cadena de distribución. Y se entiende mucho mejor cuando enumeramos los objetivos más generales a certificar:

RSC

Pic by Ryan McGuire

  • Cumplimiento de leyes y normas del país.
  • Libertad sindical.
  • No discriminación.
  • Remuneración, horarios y resto de condiciones laborales dignas.
  • Salud y seguridad en el trabajo.
  • Prohibición de trabajo infantil y forzoso.

Llama la atención que para su aplicación prioritaria los equipos técnicos hayan clasificado a los países productores por categorías de riesgo. La mayoría de la UE está en la categoría de Riesgo Bajo; mientras que España e Italia están en la categoría de Riesgo Medio y el norte de África en Riesgo Alto. Aunque bien mirado, no hace sino reflejar las expectativas de riesgo. Sea justo o no, sea verdad o no; El consumidor percibe más riesgo del norte de África que de España y menos aún de la producción centroeuropea.

En definitiva, los distribuidores tienen miedo de las crisis de imagen (por asociación) que se generan cuando se filtran a la prensa las prácticas poco éticas de los suministradores. Hasta el punto de que la opinión pública empieza a hacer más responsable a la cadena de distribución que al suministrador que haya cometido la infracción. (En este enlace podéis consultar la desafortunada crisis en UK que afectó a la lechuga de origen España)

No hay que olvidar que hay una guerra soterrada entre los diferentes orígenes productivos y que la estrategia del miedo (La estrategia FUD; del inglés, Fear, Uncertainty and Doubt) suele activarse en las épocas de sobreabastecimiento cuando se produce una confluencia en el tiempo de diversos orígenes.

La estrategia de diseminar información sesgada o negativa de un competidor no es muy ético pero funciona extraordinariamente bien si se dirige al consumidor final, aunque tiene algunos daños colaterales.

Los daños colaterales los sufre la cadena de distribución que reacciona buscando blindarse del escándalo mediante certificaciones externas e independientes. Y a partir de aquí, la “maraña de papeles” no tiene fin.

Se crea un infierno “auto-regulatorio” para demostrar (con prueba de carga negativa – “eres culpable hasta que demuestres lo contrario”) que, básicamente, cumples con la ley en un país desarrollado con instituciones que, supuestamente, funcionan (inspección de trabajo, policía, seguridad social, autoridades sanitarias, etc.).

He contado hasta 14 plataformas de certificación aplicables: BSCI, ETI, Fair Trade, Utz Certified, SA 8000, Rainforest Alliance, Soil Association Ethical Trade, Sedex, SMETA, SIZA, IMO/Fair for life, Fairglobe, People 4 Earth, GRASP. ¿Alguien da más?

En palabras de un cliente inglés: «Si ocurre una alarma o crisis necesitamos  demostrar rápidamente a nuestros consumidores que, nosotros, hemos puesto los medios (mediante las certificaciones).» “Y ahora, hay que estar más protegido que nunca, porque como todos sabemos… cuanta más presión en los precios/márgenes hay, más riesgos de todo tipo se corren.”

Eso sí, ningún sistema de prevención (certificaciones independientes incluidas) garantiza la ausencia de incidentes. Eso ya lo han aprendido, también, las cadenas de distribución. En la mayoría de los casos que saltaron a la prensa, “los papeles” estaban todos correctos.

Y es que en un contexto una guerra de precios generalizada,  hay algunas empresas que para sobrevivir, recurren a recortar “todo”. Pero hay que recordar que puedes recortar en lo accesorio pero nunca en lo principal (RSC, condiciones comercio ético, seguridad alimentaria, calidad, etc.).