Nuestro sector (agroalimentario) tiene un futuro enorme, pero está constantemente amenazado por productos de muy diversos orígenes (más baratos).

Tan sólo la innovación bien asentada en el conocimiento del mercado (Investigación de Mercado) y cierto dominio de los canales de comercialización (Access to market) nos permitirá tener éxito en un sector hipercompetitivo. Hay un gran futuro y tenemos valores que ayudan, pero no son definitorios (todavía) del éxito: la posible sostenibilidad, la naturalidad (eco, producción integrada), la cultura gastronómica, el origen europeo, etc.ideas

Debido a lo anterior, habremos de multiplicar el esfuerzo innovador e investigador y contar con todo el ámbito público (universidades, agencias, clusters público-privados, etc.).

Pero ¿cómo es posible que los fondos de los cuantiosos fondos públicos ofertados para innovación se queden sin suscribir año tras año?

Si los mejores investigadores están en el ámbito público ¿por qué las empresas no contamos con ellos?

Estas son 7 de las razones (pero no las únicas) por las que es tan difícil la colaboración público-privada en la I+D en España:

–              PUBLICACIÓN VS. CONFIDENCIALIDAD. El investigador público por necesidades curriculares quiere publicar las investigaciones. La empresa por motivos de obvios no quiere pagar por una investigación que sea difundida de inmediato. Las empresas necesitamos tiempo (aparte de lo posiblemente patentable) y confidencialidad para rentabilizar las inversiones.

–              PROYECTOS OFERTADOS VS. PROYECTOS SOLICITADOS (Aproximación ARRIBA -> ABAJO). Los proyectos vienen ofertados por un equipo de investigación ya formado en función de un trabajo previo de “detección de necesidades del sector”. Al definir proyectos adaptados a la realidad concreta de la empresa,  es extremadamente difícil (aunque no imposible) crear equipos de trabajo multidisciplinares y compatibles entre varias Universidades/Instituciones.

–              INVESTIGACIÓN BÁSICA VS. CONOCIMIENTO APLICADO. Una buena parte de lo que se nos ofrece es investigación básica con mucha incertidumbre. Necesitamos proyectos de ciencia aplicada para resolver o mejorar cosas concretas con resultados medibles.

–              LARGO PLAZO VS. CORTO PLAZO. Algunos proyectos se plantean con una dilación en el tiempo elevada. La salud de nuestros negocios depende de la velocidad operativa. En palabras sencillas:” lo que ayer era una buena idea, hoy ya no lo és”. Por esta razón, necesitamos más proyectos que puedan empezar a rendir o implantarse más en el corto-medio que en largo plazo.

–              SOLUCIONES PARA EL SECTOR VS. SOLUCIÓN PARA MÍ. Muchos de los proyectos son generalistas e identificados como de todo el sector. Al final, si estos proyectos se hacen obviamente benefician a todo un sector, lo cual es bueno. (Que sigan haciéndose por que participaremos). Aunque participaremos mucho más en proyectos que aborden un problema concreto nuestro y/o que generen un potencial de diferenciación en el mercado.

–              FINANCIACIÓN PÚBLICA VS. FINANCIACIÓN PRIVADA. Entendemos la necesidad de control férreo de los fondos públicos empleados en estas estrategias (especialmente en los tiempos que vivimos) pero si ello comporta problemas operativos a los proyectos o retrasos injustificados por necesidades de control, muchas empresas preferirán seguir trabajando más modestamente pero con fondos propios. La inseguridad jurídica, fiscal y financiera que genera todo el proceso de validación del uso de los fondos públicos ante los distintos ámbitos (autoridad local, regional, instituto o agencia, hacienda y etc.) desincentiva a muchos honestos y sólidos candidatos.

–              LA REDUCIDA DIMENSIÓN DE LA EMPRESA. Desafortunamente la reducida dimensión de la empresa agroalimentaria española juega en contra de las posibilidades de inversión en innovación. En un sector hipercompetitivo y constantemente presionado en los márgenes del negocio no quedan muchos recursos (ni financieros, ni humanos) para invertir en I+D. Paradójicamente muchas de las líneas de ayudas (las mejor dotadas y prioritarias) se dirigen sólo a pequeñas y medianas empresas. En este sentido, se crea un incentivo negativo. Queremos ayudar a los pequeños, pero lo que se hace no es suficiente para aumentar su dimensión y por tanto, se eterniza el problema.

No está en mis manos arreglarlo, pero todo lo que hagamos (conjuntamente) para minimizar las resistencias que crean los 7 puntos anteriores nos harán mejorar día a día.