De un tiempo a esta parte, y debido al éxito de los alimentos funcionales (leches con calcio, productos con omega3, etc…), las casas de semillas están invirtiendo importantes recursos en el desarrollo de variedades que aporten un extra de beneficios saludables para el consumidor. Por ejemplo: tomates con mayor contenido en licopeno. Este pigmento que se encuentra de forma natural en muchas frutos, entre ellos el tomate, esta relacionado con beneficios a la salud humana por su propiedad de antioxidante. Ni que decir tiene, que para tener éxito en el lanzamiento de un producto como este, es necesaria la correspondiente inversión en comunicación. Es necesario comunicar al consumidor sus beneficios para que opte por comprarlo.functional foods

Y debido a la poca inversión de los productos hortofrutícolas en comunicación, las experiencias en este novedoso enfoque han sido pocas. Y se han limitado a ofrecerlos a los supermercados para que estos comuniquen con su propio merchandising. Ya podéis imaginar que los resultados no han sido muy espectaculares.Y aquí es donde se me abre la duda. ¿Los resultados han quedado diluidos por la falta de esfuerzo en comunicación o por el contrario es un problema del concepto en sí mismo?

El concepto en sí, genera o puede generar una serie de preguntas al consumidor que es mejor tenerlas pensadas antes de lanzar el producto. Es decir, si ya tenemos un tomate que es saludable,

¿el consumidor querrá un tomate aún más saludable? ¿Cuánto más saludable tiene que ser un tomate para ser suficientemente saludable? Y aún más, ¿Qué le han hecho al tomate para que tenga más de «eso antioxidante»? Porque a la leche le han echado «polvitos» pero al tomate ¿no lo habrán modificado «genéticamente»?.

Estas mismas preguntas o parecidas ya nos las hicimos algunos cuando aparecieron los alimentos funcionales y sin embargo han tenido éxito. En este caso concreto, como decía antes, yo sigo teniendo mis dudas; pero quizá mi opinión no cuente mucho…Yo sigo tomando «leche entera»