Las carreteras de Europa están saturadas, los gobiernos de Europa aplican tasas y múltiples impuestos a las vías de transporte terrestre, la regulación sobre conductores de camión (horas de descanso y etc.) aumenta gradualmente, las restricciones de velocidad son cada vez mayores… y sin embargo los productores hortofrutícolas europeos y muchos del norte de África, se empeñan obstinadamente en seguir utilizando el transporte por camión.

No tenéis remedio, nos dicen. No tenéis visión de futuro, enfatizan. No aprovecháis las oportunidades del transporte intermodal que os estamos brindando. Ya sabemos que la agricultura es un sector primario, poco innovador y que arriesga “lo justo”, pero ¿seguro que toda la culpa de que el transporte intermodal no despegue en la hortofruticultura es de los productores?

En la caótica metrópoli india de Bombay, una enorme masa de bicicletas, motos, tuk-tuks y vehículos a motor abarrotan las calles cada día usando un código circulatorio que no incluye casi ninguna norma escrita. Es en este escenario caótico (y en otras grandes ciudades de la India) donde, en los últimos 120 años, se ha desarrollado un sistema logístico que funciona con la precisión de un reloj suizo y que entrega puntualmente cada día, su comida casera a 200.000 personas. Son los dabbawalas.

Un auto-organizado sistema cooperativo (cooperan entre ellos pero no es una estructura cooperativa empresarial) de recogida y entrega de comidas. Su origen se remonta a la época de dominación colonial cuando los burócratas británicos  encargaban sus almuerzos a sus propias esposas ante los extraños y especiados sabores de la comida local. La popularidad del sistema creció y pronto se estableció incluso entre la población local.

Hoy, 5000 personas recogen y entregan 200.000 comidas desde los más alejados suburbios de Bombay hasta las mesas de trabajo de las oficinas de la gran metrópoli. La comida casera y recién cocinada por las devotas esposas es transportada en “dabbas” o tarteras de latón cada mañana. La comida cambia de manos de dabbawala en dabbawala y se transfiere utilizando múltiples medios de transporte desde bicicletas, carros de mano, tren e incluso a pie. Este continuo proceso de transferencia, continua sin descanso hasta que la comida llega puntualmente (y a veces incluso aún caliente) a su destinatario.

india

Y todo esto es posible gracias a un sofisticado (pero rudimentario) sistema que combina letras, números y colores en las tarteras de latón y que codifica el destino deseado. Estadísticamente hablando, sólo una de cada 6 millones de entregas de comida no llega su destino. Un nivel de servicio que excede, en muchos casos, el de muchas empresas logísticas y/o paquetería.

La hortofruticultura está definida por la perecibilidad de los productos. Nuestro negocio es una carrera de obstáculos contra el reloj. Uno de nuestros recurrentes lemas es, que cada hora que pasa el producto pierde valor. El producto después de ser cosechado, irremediablemente, pierde frescura y todo el proceso de envejecimiento incide en la percepción de calidad (intrínsecamente valor) del consumidor y del comprador profesional del supermercado. El producto hortofrutícola es un artículo “vivo” y no es como el resto de productos alimenticios envasados. En los productos hortofrutícolas, no podemos predecir, con la exactitud de una conserva, la fecha de caducidad. El producto evoluciona según el ciclo de cultivo, las condiciones climáticas, las condiciones de transporte y conservación y un largo etc. Muchas de estos factores, como se aprecia claramente, son incontrolables por el productor y por tanto, la solución a tamaño reto es la rapidez en la entrega.

Otro factor que incide en la necesidad de la rapidez de la entrega es la volatilidad de los precios. La formación de precios, mayoritaria en nuestro negocio, se establece en negociaciones diarias o semanales. En los casos de situación de mercado a la baja, la prontitud de la entrega es fundamental para evitar una posible renegociación de precios que corrija la discrepancia entre mercados en origen y mercados en destino. De lo cual, se deduce que todos los stocks de mercancía en tránsito y en stocks intermedios son susceptibles de una pérdida de valor.

Ya sabemos que la precisión logística es fundamental en la operativa de las cadenas de supermercados. Ante la creciente complejidad y el aumento de coste, los supermercados han venido instaurando requerimientos de servicios específicos a los proveedores que les permitan operar con “flujos tensos”, minimizar stocks intermedios, aumentar la eficiencia y reducir tiempos de espera y las inversiones. Los centros de distribución nos dan slots de entrada y descarga de mercancías que no se pueden perder o nos arriesgamos a penalización o a definitivamente perder nuestra condición de proveedor.

Y volviendo a la perecibilidad… la consistencia de las entregas debe ser altísima (cada día). Si se interrumpe el flujo, no casi hay stocks intermedios y los pocos que hay desaparecen por perecibilidad y por lo tanto, rompemos stocks. Y adivinen quién se lleva una penalización por falta de servicio.

¿Adónde quiero llegar? En la actualidad el transporte por carretera con recogida y entrega de punto a punto, es el sistema establecido. Cualquier nuevo sistema de transporte que se quiera implantar tiene que dar la misma calidad de servicios (rapidez, consistencia, precisión, etc.) o ser mucho más barato. La expectativa de precios es un índice de incertidumbre. A más incertidumbre de los servicios, el precio debe ser mucho menor para que compense el riesgo asumido.

Pero aún más… la logística está relacionada con otros elementos de coste que definen el producto. El acondicionamiento del producto (empaquetado) ha sido desarrollado para soportar el transporte por carretera y el posible transporte intermodal puede que tenga requerimientos específicos que sea necesario implementar. Las posibles múltiples transferencias y trasbordos con sus consiguientes roturas de palets y colapse de cajas, son sólo uno de los esos posibles capítulos a tener en cuenta. Si esta nueva adaptación eleva el coste de acondicionamiento de producto, el servicio tendrá que compensarlo.

Y cómo no, la sempiterna cadena de frío. La ineludible necesidad de mantener una condiciones de conservación que traten con mimo nuestro producto hasta la entrega, incluyen el mantenimiento de la cadena de frio.

Una pista… ensayen y afinen el sistema intermodal con los productos menos perecederos y busquen darle mayor velocidad cada vez hasta que sea susceptible de acoger a todos los productos.

El sistema de dabbawalas ha tardado 120 años en establecerse y creo que la intermodalidad llegará mayoritariamente a la distribución de frutas y hortalizas en fresco en mucho menos tiempo. Pero también, creo, que el ejemplo Indio, nos ilustra en la necesidad de abordar colaborativamente las necesidades que la complejidad hortofrutícola plantea a una logística de futuro.

La precisión de las entregas, la consistencia, la rapidez, la conservación y la protección del producto, no son negociables. Existe una necesidad de que cada eslabón (puertos, barcos, ferrocarril, compañías y etc.) de esta proyectada intermodalidad comprenda e interiorice en su estrategia estas 5 verdades hortofrutícolas y las comparta colaborativamente con el siguiente eslabón (dabbawala).

Jocosamente podemos decir que, los productores, somos “las devotas esposas” de la hortofruticultura y necesitamos de responsables dabbawalas que entreguen el fruto de nuestro trabajo a nuestros “abnegados esposos”.

*NOTA: este artículo fue publicado originalmente en «El Diario del Puerto» para su edición especial de FruitLogistica 2017.