Como ya he mencionado en otras ocasiones, una de mis motivaciones principales para escribir este Blog es destacar las especificidades de nuestro negocio y tratar de explicar en cómo difiere de otras industrias.

Porque hubo un tiempo en que la única actividad económica real, era la agricultura. Pero desde la antigüedad hasta ahora, la agricultura ha perdido peso e importancia en el cómputo global de la economía.

Y de esta forma, el estudio de la actividad económica se ha centrado en otros campos como, la industria, el comercio o las finanzas. Por este motivo, creo que merece destacar a los pioneros del estudio de la actividad económica en la agricultura para comprender la actualidad de nuestros días.

En este sentido, hace algunas fechas, introduje en un artículo (La Crisis de Precios en la Horticultura) al señor Gregory King como un ejemplo palpable de que los pioneros del estudio de la agricultura siguen estando de una modernidad pasmosa.

Hoy quiero rescatar del olvido al señor Turgot. Anne Robert Jacques Turgot (1727- 1781) fue un político y economista francés y además, fundador de la escuela de pensamiento económico conocida como fisiocracia.

La gran aportación de Turgot fue la referida Ley de los Rendimientos Decrecientes. Sobre esta ley también trataron grandes economistas como David Ricardo y Malthus, pero es Turgot el que se lleva el mérito de su concepción.Turgot

Turgot propone que el rendimiento de la agricultura (más específicamente el rendimiento de la tierra como factor fijo de la producción agrícola) aumenta con la aportación de otros factores (capital y trabajo) pero hasta un punto determinado, donde el rendimiento tiende a estabilizarse o incluso a disminuir, si se siguen empleando factores crecientes de los otros factores (capital y trabajo)

Básicamente nos plantea la existencia de un techo productivo que se alcanza relativamente rápido y que constituye una limitación en el largo plazo. Es decir, que por más que sigamos aportando más fertilizante y poniendo a más gente a trabajar, el rendimiento no aumentará proporcionalmente e incluso puede que disminuya.

Tanto en la industria como en la agricultura, esta ley tiene vigencia; aunque el uso de la tecnología ha permitido superar esta limitación. La tecnología define la combinación del uso de los factores de producción.

A lo largo de la historia el desarrollo de la tecnología ha permitido incrementar los rendimientos (especialmente en la industria) y generado un nuevo nivel de limitación de rendimientos, pero productivamente mayor a la obtenida antes de la adopción de la nueva tecnología. Es decir, que en la industria al introducir más y mejores máquinas, los rendimientos aumentan claramente hasta un nuevo y mayor techo.

Es en este punto, donde la agricultura y la industria se separan como actividades económicas diferentes. De nuevo, la especificidad de la agricultura. La agricultura tiene como limitante el factor de la tierra por su insustituibilidad e inamovilidad; mientras que en la industria, su factor limitante es el capital.

Como se ve claramente, la tecnología tiene un papel destacado en la superación de las limitaciones que nos impone esta ley. Esta es la base de discusión de las implicaciones actuales de la adopción de los avances biotecnológicos en la agricultura.

La tecnología también pude jugar un papel protagonista (como con la automatización), pero lo que define nuestro negocio, y lo que nos lleva a un nuevo umbral productivo (más alto), evitando las des-economías de escala, es la biotecnología.

Esta es la explicación teórica de la Revolución verde y también, de la revolución biotecnológica que estamos a punto de ver. Cuando nos hablen de biotecnología, hemos de estar pensando en el señor Turgot y su Ley de Rendimientos Decrecientes.

Identifiquemos los factores limitantes que definen la curva de rendimientos y busquemos superarla con tecnología (biotecnología). Una vez más, una ley antigua con una trascendencia absolutamente trascendental en el desarrollo este sector.

Por cierto, que la ola de fusiones de grandes corporaciones biotecnológicas no hacen más confirmar que nos acercamos a la eclosión de esta nueva revolución biotecnológica.